El malestar y la desconfianza de Karina Milei con la vicepresidenta Victoria Villarruel no es nuevo. Empezó mucho antes que el jueves, cuando la secretaria general de Presidencia se puso al frente de las gestiones con el embajador de Francia para desescalar la tensión provocada o aumentada por los dichos de la vicepresidenta en su defensa a Enzo Fernández que ese convirtieron en una crítica explícita a París.
En la mesa chica de Javier Milei, donde solo se sientan la hermana del Presidente y Santiago Caputo, hace rato que no disimulan su recelo para con la vicepresidenta, aunque ninguno se exprese en público.
La secretaria general de Presidencia profundizó y explicitó este viernes su distancia con la titular del Senado, a través de Manuel Adorni, un funcionario de su extrema confianza que está bajo su órbita en el organigrama. «Efectivamente (Karina Milei) fue a explicar que el desafortunado comentario ocurrido en las redes fue a título personal y que no era la posición del Gobierno entremezclar cuestiones de pasiones deportivas con cuestiones diplomáticas”, declaró el vocero presidencial en su habitual conferencia de prensa sobre la visita de la funcionaria con más poder del gabinete a la embajada de Francia.
Otros funcionarios, como el secretario de Culto Francisco Sánchez, hicieron publicaciones en la misma línea que la vicepresidenta, pero no fueron objetados por la Casa Rosada. Hasta el propio Presidente había retuiteado mensajes casi calcados al que publicó su compañera de fórmula de usuarios oficialistas en redes sociales. Sin embargo, en la Rosada enfatizaron que el cortocircuito diplomático y las gestiones ante el embajador Romain Nadal fueron por las expresiones de Villarruel. «Hizo un comentario casi institucional a pocos días de que el Presidente viaje a ese país», diferenciaron funcionarios con acceso permanente al despacho presidencial.
La razones hay que buscarlas más en el pasado que en el presente. En el reciente y más allá en el tiempo. En Balcarce 50 no cayó nada bien el faltazo de la vicepresidenta en Tucumán donde el Presidente encabezó la firma del Acta de mayo. Cerca de los Milei hubo ironías por la «recuperación en tiempo récord» que le permitió a Villarruel asistir al desfile militar donde terminó tomándose una foto con el jefe de Estado arriba de un tanque argentino mediano que llegó a la portada del Wall Street Journal, un poroto que se anotan en la presidencia de la Cámara Alta, porque esgrimen que fue ella la que propuso la idea, aunque en Balcarce 50 dicen exactamente lo contrario.
Mucho peor habían caído en los despachos más encumbrados de la Rosada las declaraciones de la vicepresidenta en la única entrevista que brindó -a pedido del Presidente- después de haber habilitado -como manda la ley- el tratamiento del DNU 70 en el Senado, que fue rechazado por la Cámara Alta. «Karina Milei es brava, yo también y Javier está en el medio, pobre jamoncito”, dijo entonces sobre el mandatario que suele identificarse como «un león».
En esa entrevista, Villarruel también sinceró que tiene línea directa con el Presidente por una relación que construyó de manera personal, sin intermediarios. Efectivamente los ministros que no pasan por el filtro de Karina Milei para llegar al Presidente, como la canciller Diana Mondino y la titular de Capital Humano Sandra Pettovello, suman cruces con «el jefe» como el verdadero jefe de Estado llama a su hermana.
La ministra de Seguridad Patricia Bullrich tampoco recibe órdenes, pero no confronta con la hermana del mandatario. Por el contrario, construye el camino de la fusión entre el sector el Pro que la sigue y La Libertad Avanza, una jugada que monitorea Karina Milei. Con Caputo ajusta la línea de comunicación, el discurso, y debatió las nuevas funciones de la SIDE para que no se superpusieran con las de las fuerzas de Seguridad a su cargo.
Los gestos de autonomía también generaron un abismo entre las dos mujeres más fuertes del mundo libertario. En el Ejecutivo desconfían de Villarruel y de Mauricio Macri por igual y tomaron nota de los supuestos encuentros en el sur durante el verano entre el ex mandatario y la vicepresidenta. En el entorno de Villarruel niegan de plano que esas reuniones secretas hayan siquiera existido.
El desembarco de los candidatos presidenciales de JxC a los ministerios de Seguridad y Defensa le permitieron a Milei sumar votos y a su mesa chica mantener lejos a Villarruel, que esperaba tener influencia directa en dos Carteras clave de la gestión y de los temas en los que se siente más preparada. Ese detalle no le impidió, en enero, a la flamante vicepresidenta visitar el Departamento Central de Policía. Ese detalle cayó peor en la Rosada que en Seguridad, adonde Villarruel no logró penetrar.
La secretaria general de Presidencia, que entre sus tareas primarias tiene la administración de la Casa de Gobierno, evitó que la vice ocupara un despacho en la Casa Rosada, un deseo que había explicitado ante los micrófonos de los periodistas acreditados y que tampoco le hubieran garantizado mayor influencia. Con la excepción de Amado Boudou, todos los vicepresidentes desde el regreso de la democracia tuvieron oficinas en Balcarce 50.
El cisma entre Karina y Villarruel se remonta a la campaña electoral , cuando los entonces compañeros de fórmula hacían actos por separado para abarcar más territorio. Los Milei recorrían la Provincia con la candidata a gobernadora Carolina Píparo, condenada más tarde al ostracismo libertario y sin lugar en el ANSES. Por esos días, cerca del balotaje, la vice estrenó un logotipo propio: la inicial de su nombre, en un tono distinto de violeta y con los colores nacionales en uno de los vértices de la V. La entonces diputada Villarruel también fue categórica para desmarcarse sobre las apreciaciones «teóricas» de Milei sobre la posibilidad de que los ciudadanos vendan sus órganos. «Yo no apoyo la venta de órganos«, dijo la ahora vicepresidenta para despejar dudas.
Cerca de la secretaria general de Presidencia insisten con un supuesto detalle -un defecto- que arrastraría Villarruel y que saca de quicio al jefe de Estado y a su hermana: la impuntualidad. No se refieren solo a supuestas reuniones o a sesiones cuando ambos compartían la Cámara Baja. Tampoco a un viaje a Mendoza después del 1 de marzo, cuando la presidenta del Senado perdió un vuelo, sino al acto por los caídos de la Policía Federal de principios de julio, adonde la vice llegó demorada después de la conmemoración de la denominada «masacre en el comedor», el ataque de Montoneros a un cuartel de la Federal en 1976.
El equipo de comunicación del Ejecutivo -que responde a Karina Milei y Caputo- eligió difundir una foto de la vice ingresando tardíamente al escenario del acto.