jueves, 26 diciembre, 2024
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La necesaria transición energética para cuidar la Tierra

Las nuevas energías limpias no han podido aún reducir el consumo de las energías contaminantes (carbón, petróleo y gas). Según la Agencia Internacional de Energía, las emisiones anuales energéticas de CO2 del año pasado, en lugar de converger a cero, son 7,4 % mayores a las de 2013. Los cinco principales emisores son China, Estados Unidos, India, Unión Europea y Rusia, que actualmente emiten nada menos que dos tercios del total de las naciones. Desde la Revolución Industrial vienen aumentando estas emisiones globales contaminantes, impulsadas por el crecimiento del consumo de energías fósiles y la deforestación.

Los paneles científicos de Naciones Unidas nos han alertado de que, para evitar incontrolables desastres climáticos, no podíamos cruzar la barrera de 450 ppm de CO2 acumulado en nuestra atmosfera. La realidad es preocupante porque, según las cifras del mes pasado, al actual ritmo cruzaríamos esa barrera critica en apenas ocho años y deberíamos padecer un sostenido aumento de la temperatura y desastres ambientales, hechos que ya viene ocurriendo en este siglo. Recordemos que 450 ppm es un valor crítico que no debe ser superado si queremos que la temperatura mundial no aumente de una manera peligrosa para la vida en esta Tierra.

El cambio climático está incidiendo en las vidas de miles de millones de personas y supone una amenaza para las generaciones futuras. Según la NASA, países como Pakistán podrían afrontar un incremento considerable de la temperatura. En el Golfo Pérsico, las proyecciones revelan que, si no hay medidas urgentes, tal región será inhabitable para el año 2050, al igual que el Mar Rojo, debido a que las áreas costeras están en riesgo de sufrir un aumento en la temperatura que las haría inviables para la vida humana. La NASA, basada en datos satelitales, identifica extensas áreas donde el aumento de la temperatura y la humedad crearán condiciones insostenibles para la vida humana.

El negacionismo del daño climático por la utilización de combustibles fósiles de algunos gobernantes, y de grupos empresariales que defienden sus intereses particulares es funcional al agravamiento de los crecientes daños climáticos, afectando grupos vulnerables del propio país y de otros países y las futuras generaciones. La tarea a enfrentar no es fácil, ya que requiere movilizar grandes inversiones en infraestructura y en nuevas tecnologías con bajas emisiones de carbono y, al mismo tiempo, avanzar por el sendero de la conservación y la reducción del consumo de combustibles fósiles desarrollando energías “limpias” y además reduciendo con nuevas tecnologías el consumo de energía por unidad de producción. Es evidente que las iniciativas de política internacional, que deben encararse para enfrentar la amenaza del cambio climático, son de un difícil acuerdo global y ejecución por todas las naciones, comenzando por China y Estados Unidos , que son los dos principales países contaminadores; encarar sin demoras la amenaza del cambio climático requerirá un gran esfuerzo de toda la humanidad.

La disminución de la intensidad de las emisiones relacionada con la evolución de la producción de bienes y servicios indican que las fuentes de energía con menos emisiones de carbono, las tecnologías más limpias y las mejoras en la eficiencia energética están dando sus frutos. Pero, si bien la intensidad de las emisiones en algunos sectores clave está disminuyendo, el ritmo global sigue siendo insuficiente para desvincular el crecimiento económico de las emisiones a tiempo para cumplir los objetivos climáticos. Las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero tendrían que disminuir ya en esta década para evitar que el calentamiento global supere los 1,5 C. Lograr esta reducción de las emisiones, mientras se mantiene el crecimiento económico, exige abatir las emisiones hacia cero, comenzando ya esta disminución. Los beneficios globales de acelerar la transición climática, abatiendo las emisiones contaminantes, son mayores a los costos. Pero esto exige nuevos compromisos de todas las naciones.

Se espera que la demanda de petróleo alcance su pico máximo en 2025, por la caída del uso de petróleo en el transporte debido a los vehículos eléctricos. En el escenario de cero emisiones netas, la demanda de gas debería alcanzará su máximo en esta década, impulsada por un rápido cambio hacia energías alternativas “limpias”. La transición a las energías limpias ya ha comenzado pero su ritmo futuro aún no está establecido. A medida que las emisiones de carbono continúan aumentando, mitigar la amenaza del cambio climático requiere una descarbonización más rápida.

Las grandes potencias que compiten económica y políticamente podrían mantener vínculos científicos y comerciales, lo que permitiría la colaboración para proporcionar bienes globales y abordar los desafíos que enfrenta la humanidad. Una revisión del sistema energético mundial, si se diseña adecuadamente, podría forjar un camino hacia la estabilidad mundial. Ampliar la búsqueda de cero emisiones netas de esta manera construiría una coalición para la acción climática que sea políticamente duradera. A medida que vayan más allá de tratar el objetivo de emisiones como un problema climático únicamente, los gobiernos buscarán la transición energética junto con los esfuerzos para frenar la rivalidad entre las grandes potencias, la pobreza mundial, el proteccionismo y los conflictos.

La transición energética también podría presentar una oportunidad para los países de bajos ingresos. La energía limpia será una industria multimillonaria y los países en desarrollo podrían asumir un papel central en esta nueva economía mundial. Es considerable la magnitud de los flujos de capital que requiere la transición. Las economías en desarrollo necesitarán grandes inversiones, si la humanidad quiere encaminarse hacia las emisiones netas cero para 2050. Las políticas que apoyan las inversiones en energía limpia en los países de bajos ingresos pueden diseñarse para impulsar la fabricación local y el crecimiento económico, así como para mejorar el acceso a la energía y la seguridad energética. La Agencia Internacional de Energía (AIE) ha explorado un enfoque más equitativo que permitiría a los países de bajos ingresos que han contribuido mínimamente a las emisiones globales de carbono, continuar extrayendo combustibles fósiles por un tiempo después de que los países más desarrollados cesen la producción.

El complejo sendero de la transición energética hacia un nuevo escenario sin emisiones contaminantes significa un serio desafío a toda la humanidad, particularmente para las grandes potencias occidentales (Estados Unidos y Unión Europea), para definir un nuevo escenario energético “limpio” con negociaciones con importantes actores como China, Rusia y India. Existen 200 naciones pero, repetimos, estos cinco actores principales son responsables de dos tercios del total de las emisiones contaminantes, esto significa que su acuerdo y colaboración son cruciales para asegurar un futuro próspero en esta Tierra.

Academia Argentina de Ciencias del Ambiente – Universidad de Belgrano

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