Carly Caramanna, una reconocida influencer de viajes, compartió su reciente experiencia en el famoso hotel The Royal Hawaiian, ubicado en la paradisíaca isla de Oahu, Hawái. A pesar de la expectación generada por la reputación de este icónico destino, la mujer confesó que su estadía no estuvo a la altura de sus expectativas. “No volvería”, afirmó tras pagar US$530 por una noche en una de las habitaciones más económicas del hotel, conocido por su estética rosa y su legendaria ubicación frente a la playa.
Caramanna, quien relata sus experiencias de viaje en Business Insider, reservó una habitación en el ala histórica del hotel, un sector que mantiene el encanto clásico del “Palacio rosa del Pacífico”. Sin embargo, al ingresar, la decepción fue inmediata.
A pesar de haber imaginado un entorno lujoso y sofisticado, la influencer describió la habitación como “anticuada” y carente de luz natural. Detalles como la alfombra desgastada y la falta de modernización del mobiliario no estaban a la altura de lo que esperaba en un resort de lujo.
Aunque la habitación contaba con un baño moderno, este resultó ser pequeño para dos personas, limitando la comodidad durante su estancia. “Esperaba más por lo que pagué”, comentó Caramanna, quien comparó la experiencia con otros hoteles de lujo, como el Four Seasons, donde había disfrutado de estancias mucho más satisfactorias por precios similares.
Sin embargo, no todo fue negativo. Caramanna, quien publica sus experiencias en su cuenta de Instagram @adventuresbycarly, destacó algunos aspectos que sí estuvieron a la altura de sus expectativas. Los jardines y áreas comunes del hotel, con sus techos altos y vistas impresionantes al océano, fueron una verdadera delicia. Además, el famoso mai tai del bar de la playa cumplió con la fama que precede a esta icónica bebida.
A pesar de estas luces, las sombras prevalecieron. Carly y su madre, quienes visitaban Hawái por primera vez, se encontraron con una playa pública abarrotada, lo que disminuyó el encanto de la ubicación del hotel. Además, el alquiler de sillas y sombrillas no estaba incluido en la tarifa de resort, lo que añadió una capa extra de frustración a su experiencia.
En términos generales, aunque la influencer disfrutó de la belleza natural del entorno y del acceso a las atracciones cercanas, como los restaurantes de Waikiki, concluyó que la experiencia no justificaba el elevado costo de la estancia. A su juicio, por una cantidad similar o incluso por un poco más, se podrían encontrar opciones más lujosas y modernas en la zona.
Finalmente, confesó que, si bien no volvería a hospedarse en The Royal Hawaiian, no descartaría regresar al bar para disfrutar de otro mai tai frente al mar, dejando claro que el hotel tiene ciertos encantos, pero no suficientes como para repetir la experiencia como huésped.
LA NACION