La historia de Sararrat Rangsiwuthaporn, una mujer de 36 años que llevaba una vida tranquila y encumbrada en Tailandia, causó asombro por la trama de codicia, engaños y sangre fría para cometer tenebrosos asesinatos en serie. Este jueves fue condenada a la pena de muerte, en un juicio que conmocionó a la población.
El tema cobró dimensión global porque se trata de una de las asesinas seriales más impactantes de la historia reciente.
Apodada por los medios como «la asesina del cianuro», porque usaba ese veneno para matar a sus víctimas, Sararat está acusada de haber envenenado a 15 de sus amigas y conocidas para robarles dinero.
Sararat llevaba una vida que no despertaba sospechas en su entorno. Se la describía como educada y servicial, con una red de amigas que confiaban en ella ciegamente.
Sin embargo, detrás de esa fachada se ocultaba una persona capaz de cometer asesinatos metódicos y crueles, sin ningún remordimiento.
EL DESCUBRIMIENTO
Los múltiples crímenes, que al parecer comenzaron en 2015, saltaron a la luz a raíz del último caso ocurrido en abril de 2023. Siriporn Khanwong, de 32 años, murió repentinamente durante un viaje que realizó con su amiga Sararat a la provincia de Ratchaburi para participar en una ceremonia religiosa.
Siriporn se desplomó y murió junto a un río a donde había acudido con Sararat a liberar peces, una práctica budista para ganar buen karma. El crimen de su última amiga destapó la serie de crueles asesinatos.
La familia exigió que se investigara. Cuando los forenses hicieron la autopsia, descubrieron que había muerto envenenada con cianuro. También revelaron que habían desaparecido 4.400 dólares de su cuenta.
Allí se comenzó una profunda investigación policial. Los casos de muertes por cianuro se fueron sumando lentamente, y todas las víctimas estaban vinculadas a Sararat.
La captura de Sararat ocurrió tras meses de seguimiento. La policía logró reunir pruebas suficientes para vincularla directamente con las muertes de al menos 15 mujeres, aunque se sospecha que el número real podría ser mayor.
Entre las evidencias se encuentran registros bancarios, mensajes incriminatorios y muestras del veneno halladas en su domicilio. Cuando fue detenida, Sararat estaba embarazada de cuatro meses. Pero al poco tiempo perdió al bebé.
LA TRAMA MACABRA
Las investigaciones revelaron que Sararat seleccionaba cuidadosamente a sus víctimas, todas mujeres, aprovechándose de la confianza que habían depositado en ella.
La relación cercana que mantenía con estas personas le permitía planificar los envenenamientos con precisión, utilizando cianuro, un veneno letal que adquiría de manera clandestina.
Las autoridades tailandesas identificaron un patrón en los crímenes de Sararat. La mujer invitaba a sus víctimas a reuniones o viajes donde compartían comidas y bebidas.
En esos encuentros, les administraba pequeñas dosis de cianuro, que provocaban una muerte rápida y que, en principio, pasaba desapercibida como un accidente cardíaco o una intoxicación alimentaria.
El cianuro, un compuesto químico que afecta el suministro de oxígeno a las células, era el arma perfecta para sus crímenes.
La rapidez con la que actúa dificultaba la detección inicial del envenenamiento, permitiendo que las muertes fueran catalogadas como causas naturales.
Por otro lado, la policía descubrió también que la asesina utilizó a su ex marido, Witoon Rangsiwuthaporn, un alto jefe policial, para destruir u ocultar pruebas que la vinculaban con los crímenes.
Según la policía, el principal móvil de Sararat era el beneficio económico. Al parecer, era una adicta al juego y a la buena vida.
Aprovechándose de la confianza de sus víctimas, las manipulaba para obtener dinero en efectivo, joyas y bienes antes de matarlas.
En algunos casos, las investigaciones sugieren que sus actos también estaban motivados por conflictos personales y sentimientos de envidia.
El caso generó indignación pública en Tailandia, un país donde los crímenes de esta naturaleza son raros.
La frialdad y meticulosidad con la que Sararat ejecutó sus crímenes dejó al país en estado de shock, llevando a las autoridades a prometer reformas en la regulación de sustancias tóxicas como el cianuro.