El estado de salud del rey Carlos III volvió a estar en el centro de atención en el Reino Unido y el mundo. Desde que en febrero el Palacio de Buckingham confirmara que el monarca padece cáncer, su imagen pública comenzó a ser motivo de preocupación. A pesar de que su equipo de comunicación intentó proyectar normalidad, fuentes cercanas aseguran que el rey atraviesa un deterioro físico notorio, hasta el punto de necesitar maquillaje diario para disimular los estragos de la enfermedad.
Carlos III, de 76 años, dejó en claro que no planea apartarse de sus funciones, incluso cuando su salud se lo exige. En las últimas semanas, se lo vio visiblemente fatigado y con el rostro notablemente afectado por los tratamientos médicos. Según la periodista Pilar Eyre, el monarca insiste en mantener su agenda activa, a pesar de las recomendaciones de sus médicos.
“La prensa británica lo sabe, pero no lo dice. Está realmente mal y lo maquillan antes de cada aparición pública para ocultar su estado real”, comentó Eyre en un programa televisivo. Este esfuerzo por mostrarse firme recuerda la actitud que tuvo su madre, la reina Isabel II, quien continuó con sus deberes hasta el último momento, incluso mientras padecía un agresivo cáncer de médula ósea.
El deterioro visible de Carlos III que intentan ocultar
Fuentes cercanas al Palacio revelaron que Carlos III presenta signos evidentes de desgaste: ojos enrojecidos, piel pálida y un semblante visiblemente cansado. A esto se suma la delgadez extrema que comenzó a preocupar a sus allegados. La necesidad de maquillaje no es solo una cuestión de estética, sino también un intento por evitar que la opinión pública se alarme ante su frágil estado de salud.
En una de sus últimas apariciones, el rey asistió a un acto conmemorativo en Auschwitz, un evento que, según especialistas, le demandó un gran esfuerzo físico. Su equipo médico le había aconsejado limitar sus compromisos, pero el monarca se mostró decidido a seguir adelante.
El diagnóstico de cáncer de Carlos III no solo causó inquietud en el ámbito político y social británico, sino que también desató especulaciones sobre el futuro de la monarquía. Con una salud cada vez más debilitada, las miradas están puestas en el príncipe William, quien podría verse obligado a asumir un rol más activo en la institución mucho antes de lo previsto.
En este escenario incierto, los británicos se preguntan cuánto tiempo más podrá el monarca sostener su ritmo antes de que su estado de salud le exija dar un paso al costado.