Las proyecciones de analistas privados sobre el sendero de la inflación marcan una aceleración en febrero respecto al mes anterior, que contradice al discurso oficial y podría poner en jaque la política de devaluación cambiaria que lleva adelante el Gobierno. De hecho, también los analistas previeron más devaluación en el último Relevamiento de Expectativas vis a vis el informe anterior. El 2025 podría verse más desafiante en materia de macroeconomía para el Gobierno.
El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que elabora el Banco Central es un seguimiento sistemático de los principales pronósticos macroeconómicos de corto y mediano plazo que realizaron, en este último mes, unos cuarenta analistas locales e internacionales; como consultores, centros de investigación, departamentos especializados en bancos, etc. Se relevan las expectativas sobre precios minoristas, la tasa de interés, el tipo de cambio nominal, el resultado primario del sector público nacional, etc.
El último informe publicado el lunes pasado marcó un aumento en la expectativa de la inflación minorista para febrero que contradice la retórica del Gobierno, que justificó la reducción de la tasa de devaluación oficial de febrero en la desaceleración inflacionaria que se retomaría luego del aumento de diciembre.
El REM apuntó, en promedio, una inflación de 2,3 por ciento para febrero, mientras que en su informe anterior (de enero) marcó un 2,1 por ciento. También crecieron, respecto de dicho informe las bandas mínimas y máximas: el mínimo de inflación proyectado pasó de 1,5 por ciento en el informe de enero a 1,9 por ciento en el de febrero, y el máximo pronosticado pasó de 2,5 a 2,6 por ciento.
De esta forma los analistas de mercado coinciden en señalar que la inflación se acelerará en febrero respecto a enero, a contramano del discurso oficial. En tanto, el Indec publicará el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de febrero este viernes 14 de marzo y la inflación podría superar al dato de enero pasado que fue 2,2 por ciento. Detrás de esta aceleración está la suba del precio de la carne, con aumentos de entre 6 y 8 por ciento en febrero, según las distintas consultoras privadas.
Esa suba del precio de la carne estacional llevaría a la inflación en el rubro más general de alimentos y bebidas por arriba del rango del 3 por ciento en febrero y marzo, por efecto del arrastre estadístico y porque el precio de otros productos alimenticios también subieron en el tercer mes (lácteos). La inflación en alimentos y bebidas promedió el 1,5 por ciento en el último cuatrimestre, según datos de Indec. Se mantuvo a raya producto de la caída del consumo en supermercados y la estabilidad del tipo de cambio.
El presidente Milei sostenía a fines del año pasado que si la inflación general se ubicaba en un promedio de 1,5 por ciento durante un trimestre, desarmaría el “cepo”. En tanto que, si la inflación solo se desaceleraba, reduciría el ritmo de la devaluación oficial. Esto último ocurrió (pasó de 2 a 1 por ciento mensual) a partir de febrero.
Otro pronóstico del REM que también contradice el discurso oficial: el tipo de cambio oficial para los próximos 12 meses pasó de 1.256 pesos en el informe de enero a 1.302 pesos en el último de febrero.
Otras variables importantes que releva el REM mostraron una mejora en las expectativas, a diferencia del caso de la inflación. En cuanto al PBI la proyección de crecimiento para este año pasó de 4,6 por ciento según el informe de enero a 4,8 por ciento en el último, publicado este lunes. En tanto, la tasa de interés disminuyó levemente para los próximos 12 meses: se ubicará en 22,11 por ciento según el promedio de las estimaciones de febrero versus 22,39 según el relevamiento de enero.