En las últimas semanas se vieron imágenes inéditas en el Congreso: dos legisladores se revolearon trompadas en el recinto y sus compañeros los tuvieron que separar, una diputada le tiró un vaso de agua a otra, Marcela Pagano llevó un megáfono y le dijo «fascista» al presidente de la Cámara, que es de su mismo espacio político, un jefe de bloque lo invitó también a Martín Menem a pelear en clave maradoniana a «Segurola y Habana».
Si bien es cierto que la frecuencia de estos exabruptos sorprende, porque parecieran estar volviéndose parte de la práctica parlamentaria, no son los primeros escándalos. En los últimos años, de hecho, hubo casos que quedaron en la historia. Acá algunos:
La escena sexual que terminó con la renuncia de un diputado K
En plena pandemia, cuando el Congreso funcionaba en modo mixto -algunos legisladores sesionaban de manera presencial y otros se conectaban vía Internet- el diputado del bloque kirchnerista Juan Ameri protagonizó una escena sexual que terminó con su renuncia.
Estaban debatiendo sobre el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del sistema jubilatorio y refinanciación de la deuda de las provincias con la ANSES. Cuando el peronista Carlos Heller hablaba, se vio que Ameri le besaba un pecho a su pareja que se había sentado en su pierna y se había bajado la remera. Desde ese día él quedó catalogado como el «diputeta»
«Pensé que se había caído internet. Vino mi pareja a mostrarme cómo le quedaron las prótesis mamarias. Y le di un beso en la teta, eso fue todo», explicó Ameri.
Lo cierto es que bajo presión de sus pares y especialmente del presidente de la Cámara, Sergio Massa, lo obligaron a renunciar. Como contó este diario, ahora trabaja en una pollería.
La virtualidad dejó otros bloopers, como la imagen de Luciano Laspina cambiándose la camisa o los micrófonos que quedaron abiertos y transmitieron diálogos hogareños -«¿Y la sopa que te hice?- o malas palabras por problemas técnicos: «La concha de su madre, no anda lo tiraría a la mierda”, se escuchó protestar contra la computadora a una legisladora.
En 2010, una comisión de Asuntos Constitucionales terminó con la ya famosa cachetada que la histórica legisladora Graciela Camaño le propinó al diputado peronista Carlos Kunkel.
La reunión ya estaba terminando y ella mantenía una discusión reglamentaria con Kunkel cuando él la chicaneó y dijo que “nunca había prometido falsamente dejar de robar por dos años y después seguir robando”, en clara alusión a la frase de su exesposo Luis Barrionuevo.
Camaño se acercó con una mirada furiosa, con una mano le giró el asiento para quedar mejor posicionada y le lanzó un cachetazo que sonó fuerte e impactó de lleno en la cara de Kunkel.
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“Me arrepiento, no por Kunkel, sino por lo que puede ocasionarle a la gente ver que un representante del pueblo se saca de sus cabales de esta manera”, reconoció años después en la mesa de Mirtha Legrand.
El «diputrucho»
En 1992 se debatía la ley de privatización de Gas del Estado, un tema clave para el menemismo, espacio que en la desesperación por conseguir quórum sentó en una banca a un asesor. Pero lo descubrieron y así nació la leyenda del «diputrucho».
Juan Abraham Kenan, un asesor de 72 años del diputado peronista Julio Manuel Samid, entró al recinto y simuló ser diputado. Se dio cuenta de la estafa el periodista de Clarín, Armando Vidal, quien observaba el recinto desde el palco de prensa.
Kenan, que fue procesado por el delito de «usurpación de títulos y honores», dijo que se sentó justó ahí porque se sentía mal.
Un empujón que derivó en investigación
En marzo de 2021, Diputados votaba modificaciones en el Impuesto a las Ganancias cuando el legislador del PRO Fernando Iglesias denunció que el kirchnerista Carlos Vivero lo había empujado en un pasillo.
“Fue un intercambio bastante fuerte, que terminó con un pequeño empujón como uno diciendo ‘salí de acá’ y ahí terminó la cuestión», reconoció Vivero.
Massa ordenó constituir una comisión disciplinaria en línea con el artículo 188 del reglamento de la Cámara baja «a los efectos que se definan las sanciones correspondientes de acuerdo a la investigación que se realice».
Después de que Vivero pidiera perdón, por comunicado formal, se cerró la investigación.
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Agresión en Diputados: un pedido de disculpas que no conformó a Fernando Iglesias
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