Ayer Cristina Kirchner repitió un repertorio que tenemos fastidiosamente conocido. Su presentación como una perseguida política, su denuncia a la corporación mediática, la defensa de todas sus decisiones, incluido el armado del Frente de Todos, que terminó en el fracaso de gestión que derivó en el ascenso de Javier Milei y la denuncia de los poderes concentrados.
Por otro lado, la entrevista se pareció mucho a las entrevistas condescendientes que da el presidente Milei. El periodista se dedicó a convalidar todo lo que la expresidenta decía. Por momentos, la entrevista podría haber sido la de hace cinco o 10 años atrás.
Luego, criticó a Alberto Fernández por elegir a Daniel Scioli, quien hoy es funcionario libertario, para ser su candidato presidencial en 2023, como si ella no lo hubiese elegido candidato presidencial en el 2015. Después, volvió a atacar a la Corte Suprema por no hacer lo suficiente en contra del decreto 70/2023, cuando el bloque mayoritario del peronismo no construyó la mayoría de dos tercios para frenarlo en ambas cámaras, exigencia que por otro lado, fue de su autoría.
Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Una Cristina sin autocrítica, con la misma narrativa que hace años y que no tendió puentes a otros sectores para vencer a Milei. Esto analizaremos en esta columna de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
En relación con encontrar las diferencias con su adversario interno, Axel Kicillof, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, parece estar decidido a tender la mano a otros sectores para frenar la avanzada de Milei. “Convocamos a formar un gran frente bonaerense”, dijo el mandatario provincial este sábado en un acto en La Plata.
El gran frente contrasta con la preocupación de la expresidenta que, al igual que Mauricio Macri, fue más determinada por la defensa de su pasado, tanto a nivel de legado político y de las causas judiciales, que por ofrecer una alternativa de futuro. En términos que se le atribuyen a Borges, “tiene todo el pasado por delante”. Esto mismo decía Jaime Duran Barba de Macri, que estaba más preocupado en reconstruir la perspectiva histórica de su presidencia que en el futuro. Todo aquel que está más preocupado en resignificar la visión que se tiene sobre un hecho que por hacer, no tiene futuro por delante.
Además, Cristina atacó al periodismo por haber generado a Milei, cuando lo que sucedió es que había una sociedad que quería escucharlo por causas que evidentemente construyeron la posibilidad de que así sea, y el fracaso del gobierno del que ella era vicepresidenta fue un actor fundamental. Criticó a la prensa por solo denunciar las formas, los aprietes y las extorsiones en su Gobierno, pero no decir nada frente al carácter antidemocrático de Milei. Parece obviar que Perfil y otros tantos medios son el blanco predilecto de Milei, quien permanentemente plantea que “no se odia lo suficiente a los periodistas”.
«El sistema mediático hegemónico lo protege. Hay periodistas que antes gritaban que querían preguntar y ahora aceptan hacer entrevistas editadas por la Casa Rosada», expresó la expresidenta en C5N.
En primer lugar, el pasado 3 de mayo, en el Día Internacional de la Libertad de Prensa, la Academia Nacional de Periodismo (ADEPA) pidió al Presidente y a los principales ministros que realicen conferencias de prensa y no le den reportajes a los mismos cuatro o cinco periodistas.
Por otra parte, Jorge Lanata, el periodista que organizó el “queremos preguntar” al que se refiere Cristina, fue uno de los pocos que denunció antes de morir a Javier Milei por sus ataques a la prensa por llamarlo “ensobrado”, palabra que utiliza contra todos los periodistas. En esa época, su hijo y dirigente de La Cámpora, Máximo Kirchner, había dicho “que había que dejar de patalear por el veto de Miel, porque era una facultad constitucional”.
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Cristina no se hace cargo de que son diputados y senadores, como Edgardo Kueider, que fueron en su boleta, quienes participaron en aprobar muchas de las leyes de Milei. Tampoco se hace cargo del fracaso del anterior Gobierno, ni de su propia derrota frente al macrismo. No dijo nada por las múltiples causas de corrupción que terminaron con varios de sus funcionarios presos y sólo repitió una y otra vez que es una perseguida política.
Quizás su única novedad fue la confirmación de su lanzamiento como candidata a diputada provincial por la Tercera Sección electoral de la provincia de Buenos Aires. Esto como anticipamos en nuestra columna del “Dia 516: Los 100 días de CFK”, parece una carrera contra el tiempo por intentar dotarse de un fuero antes de que la Corte no convalide las dos sentencias previas en la Causa Vialidad, que además de enviarla a prisión, la va a inhabilitar para ocupar cargos públicos de manera perpetua.
La Constitución de la provincia de Buenos Aires establece en el artículo 63 que los diputados y senadores provinciales no pueden ser arrestados ni procesados sin autorización de su respectiva Cámara, salvo en caso de ser sorprendidos in fraganti. Si la Corte falla después del proceso electoral, para que la Legislatura bonaerense le quitara los fueros a Cristina Kirchner, sería necesario reunir los dos tercios de los diputados, algo que es bastante difícil en el bastión del peronismo.
Por otro lado, su diatriba habitual contra los poderes fácticos choca con la agenda del principal gobernador del peronismo, con quien mantiene una fuerte interna. Hace dos semanas, Kicillof mantuvo una reunión en el predio de la Sociedad Rural con empresarios nucleados en diferentes entidades mineras argentinas y empresarios metalúrgicos. ¿Cuál es la razón? Hay empresarios preocupados por el tipo de cambio, la apertura de las importaciones, la falta de consumo y por la recesión que se mantiene en muchos sectores del consumo masivo, a pesar de que se vendan más autos y electrodomésticos.
Además, hay versiones de que la Asociación Empresaria Argentina, una entidad empresaria orientada por empresarios como Paolo Rocca y Héctor Magnetto, se reunirá con Kicillof con la misma preocupación que los empresarios mineros y metalúrgicos. La Sociedad Rural, Magnetto y los poderes concentrados pasaron de estar en las canciones de La Cámpora a estar sentados en una mesa con Kicillof. Esas sí que son canciones nuevas.
Es decir, los poderes fácticos o poderes hegemónicos como le gusta decir a Cristina empiezan a tener contradicciones con Milei. En vez de apoyarse en esas contradicciones, como también sucede con la prensa, Cristina se dedicó a repetir la misma narrativa de quien está anclado en el pasado. Es como si Cristina hablara el mismo idioma que Milei. El idioma mantiene alimentada con relato a una minoría intensa que mantiene alejado de la política a una mayoría social que se cansa de los discursos fanáticos en los que no se encuentran contenido crítico, lo que se demuestra en la enorme apatía que demostraron las elecciones que se han realizado, con muy poca participación del electorado en la cantidad de votos.
Por otro lado, Cristina planteó en otra entrevista que quien detenta el poder político solo tiene el 25% del poder real. Lo demás son los llamados poderes fácticos, o sea las corporaciones. De esta manera, pensándolo en sus propios términos, si no se acuerda con el poder real y tampoco llegar a la Casa Rosada, porque llegar a la Casa Rosada significa la construcción de una hegemonía que pueda contrarrestarlo, y se llega a un laberinto sin salida. En otros términos, Cristina parece enredada en su propio relato.
Hace un tiempo, Kicillof habló de la necesidad de componer nuevas canciones, algo que causó mucha discusión. En un acto en 2023 junto a Juan Grabois y Ofelia Fernández, el gobernador se refirió a la renovación del peronismo y sostuvo: «No vamos a entusiasmar demasiado con una propuesta nostálgica. Va a haber que componer una nueva canción, no una que sepamos todos«.
En ese momento, Máximo Kirchner le había contestado y se inició la interna. “Yo no me dedico a la música. Lo que tenemos que hacer es trabajar fuertemente para volver a ordenar, como bien planteó Cristina”, dijo el presidente del PJ bonaerense.
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Sin embargo, en sus anteriores apariciones, Cristina sí tuvo algunos ensayos de renovación de su discurso. Es decir, si entonó algunas nuevas estrofas. “Se identificaba con la motosierra el que fue al hospital público a pedir un turno y no se lo dieron o se lo dieron para dentro de tres meses. Seguir hablando de Estado presente significa no estar acorde con lo que está pasando. Tenemos que volver a ver cómo hablamos y logramos un Estado eficiente”, mencionó el pasado 25 de mayo.
Luego, se refirió a otra nueva estrofa: la reforma laboral. “Tenemos que discutir la actualización laboral para que la gente vuelva a identificar una idea y una forma”. Esto llevó inclusive a que periodistas entiendan cierta apertura de Cristina en ese sentido. En el medio digital Cenital, el periodista Iván Schargrodsky aseguró que Cristina es la que más habla con nuevas melodías, mientras que Axel “habla con espejo retrovisor”.
¿Con qué Cristina nos quedamos? ¿Con la Cristina que, en palabras del dirigente uruguayo reciente fallecido, Pepe Mujica, no hacía un paso al costado y “no quería dejar el pastel”, la Cristina que renueva el discurso o la Cristina que parece obsesionada en defender lo que hizo en el pasado y preocupada por su situación judicial?
Cristina es un problema incómodo para la oposición. Es quien detenta el mayor caudal político y uno de los mayores niveles de rechazo. Sin sus votos no se podría vencer en una elección a Milei y probablemente con su presencia en los primeros lugares de una lista nacional, tampoco. Si en tiempos de Macri era “Sin Cristina no se puede, con Cristina sola no alcanza”, ahora parece ser “sin Cristina no se puede y con Cristina tampoco”. Probablemente este sea el mayor desafío a su inteligencia política: cómo aportar a un proyecto político que pueda vencer a los libertarios sin heredar su techo electoral. Por su parte, Axel Kicillof parece tener mucho espacio para captar el centro político, dado la derechización de PRO tras ser incorporado, en gran parte, por La Libertad Avanza.
En nuestro vecino, Brasil, Lula logró un frente democrático para vencer a Bolsonaro, incorporando todas las fuerzas democráticas con un discurso de centro. Además, fue preso y luego pudo recuperar su prestigio. La prisión de Lula lo ubicó como un político guiado por sus ideales y que se somete a las instituciones de su país, aún cuando está en contra: no es un privilegiado, es un obrero devenido en político que fue a la cárcel común y estuvo 500 días preso.
Sin embargo, Lula es casi el único de los dirigentes del progresismo de principios de siglo XXI en Latinoamérica que pudo reinventarse y dar una salida a la situación actual. No lo logró Correa en Ecuador ni Evo Morales en Bolivia. El otro caso es el de Pepe Mujica, que no fue el único líder del Presente Amplio, y no tuvo que enfrentar a una derecha tan radicalizada como la de Argentina, sino una republicana e institucional. Si Cristina se concentra solo en defender su pasado, tal vez termine por hipotecar su futuro político y el del peronismo.
Finalmente, este martes Cristina lanzó su primer spot como candidata a diputada en la provincia de Buenos Aires. “Ella ya fue casi todo. Primera dama, senadora, Presidenta. Podría estar en casa disfrutando sus días, pero quien lleva la esperanza terca en el pecho nunca se jubila de la historia», relata una voz en off en un repaso por su carrera política. Y continúa: «¿Diputada? Sí, porque no hay tribuna menor cuando hay que gritar verdades«. “Cuando todo se derrumba, ella sigue a nuestro lado, con lucha, con corazón, con voz. Cristina», concluye el video.
Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi
TV/LT