jueves, 12 junio, 2025
InicioSociedadAsí luce la socialdemocracia

Así luce la socialdemocracia

OPINIÓN

Batllismo, poder y amistad.

Uruguay, aquel país pequeño de Sudamérica. Beneficiado por tierras fértiles, múltiples accesos a ríos, con un potencial de producir servicios bestial, pero que crece a cuenta gotas.

Este final no es casualidad, sino que es producto de un modelo batllista, que si bien ha tenido parches para alargar su vida, está en agonía. Dicho modelo permite a los políticos repartir el poder mientras mantienen la fantasía de estabilidad para los ciudadanos.

Quizás también te interese…una mirada crítica sobre el sistema de reparto jubilatorio, otra herencia del mismo entramado estatista que ahoga al sector productivo.

No hace falta mencionar lo que sucedió hace poco, dos féminas de los partidos tradicionales consiguiendo un puesto para los próximos 5 años. Porque si bien el poder cambia de manos, siempre hay un remanente para todos.

Otro ejemplo de los repartos son los cargos mal llamados de control en los entes y organismos descentralizados. Caso ejemplar es el del hijo de Sanguinetti (su padre, principal impulsor del modelo), que siempre termina en alguna oficina con aire acondicionado a gusto.

Este modelo batllista, con parches de seguridad cual Windows, ha generado una cultura corporativista en el Uruguay. Grandes intereses que terminan financiando a los políticos y aportando gran caudal de votos.

Quizás también te interese…cómo la Intendencia de Montevideo financia agendas ideológicas mientras el país se estanca.

Los mismos que van a producir más agonía cuando la economía no crezca, cuando el estancamiento se haga más evidente, frente a un contexto internacional mucho más desfavorable que la luna de miel de los commodities.

Estos grupos van a reclamar privilegios, subsidios, mayor rigidez de precios. Todo a pagar por el empresario pequeño y mediano, el trabajador honesto, que nada pide y nada debe.

Así luce la socialdemocracia, y no es agradable. Primero un grupo de políticos con sonrisa muy alegre (gran foto la del premio Anna Frank en Buenos Aires), segundo unos grupos de poder establecidos y protegidos por los políticos, por último, el resto. La gente honesta que paga la fiesta de unos pocos con sudor y lágrima.

¿Querés profundizar en cómo el Estado se convirtió en un botín? Podés leer«Del mito al saqueo: la verdad sobre el Estado».

➡️ Opinión

Más noticias:

Más Noticias