Peter Lamelas, el futuro embajador de EE.UU., dejó expuesto en su discurso ante el Congreso de su país que buscará tener injerencia en los asuntos argentinos. Rápidamente en las redes se instaló la comparación con un antecesor cuyo apellido quedó impreso en una de las disyuntivas más famosas del siglo XX: “Braden o Perón”.
Varias figuras políticas recuperaron el efectivo eslogan que usó el peronismo para llegar por primera vez al poder. El mensaje destacado fue el de Cristina Kirchner. “Como verás… nada nuevo bajo el sol. Hace exactamente 80 años era Braden o Perón. Ahora es… LAMELAS… o ARGENTINA., escribió en una de las clásicas postdatas de sus intervenciones en X.
Quién fue Spruille Braden, el embajador que enfrentó a Perón (y perdió)
Braden era Spruille Braden, un hombre de tamaño grande, bastante arquetípico del yanqui, a quienes, sin demasiada creatividad, pero con acertada lógica de síntesis, sus detractores lo llamaron “el cowboy”. En mayo de este 2025 se cumplieron los 80 años de su llegada a la Argentina.
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Estuvo poco en el país: el tiempo suficiente para desplegar su vocación desafiante. Fue, quizá, el primer «antiperonista» famoso, algo así como un «influencer» de la época. Sus seguidores, que los tuvo, lo reconocían como un ariete contra el régimen que estallaría como una gran novedad para la política Argentina el 17 de octubre de ese mismo 1945.
Nacido en 1894 en Elkhorn, Montana, Braden era un “latinoamericano por adopción”, aunque siempre en defensa de los intereses del norte. Llegaba de Chile, donde su familia había fundado la Braden Copper Company, para explotar el cobre. Había vivido de chico en ese país y por eso se manejaba muy bien con el español. Ya había estado en Buenos Aires para participar de la Conferencia de Paz contra la cruenta guerra del Chaco, que enfrentó a Bolivia y a Paraguay en la década del ’30. Fue explícita su antipatía con el Nobel de la Paz argentino Carlos Saavedra Lamas, el canciller que medió en el conflicto.
Braden también fue embajador en Colombia. Y en Cuba, donde estableció una gran relación con Fulgencio Batista, el dictador derrocado por la Revolución de los barbudos de Fidel Castro y el Che Guevara en 1959.
«Lamelas go home»: Axel Kicillof repudió los dichos del futuro embajador de EE.UU.
Con su perfil bien definido de diplomático lobista, mostraba «un temperamento atropellador y hasta su aspecto físico tenía algo de taurino, con su maciza estatura, sus carretillas cuadradas, su testuz siempre en posición de embestir», como lo describió Félix Luna en su obra El 45.
Cuando Braden llegó a la Argentina hacía pocas semanas de que el país había reiniciado las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, pese a las acusaciones por las supuestas simpatías con el fascismo del presidente Edelmiro Farrell y su vice Juan Domingo Perón. Los señalamientos se mantenían, aunque el gobierno le había declarado, por fin, pero más tarde que otras naciones latinoamericanas, la guerra a Japón y Alemania.
¿Cuáles era los objetivos del nuevo embajador? Al abandonar la neutralidad, Argentina se había ganado el derecho a quedarse con los bienes de los contendientes en el país. Esa posibilidad había sido parte de una estrategia craneada por el propio Perón, materializada al constituirse una junta que confiscó empresas y bancos de capital alemán y japonés. Pero Estados Unidos pretendía que Argentina le entregara esos bienes y Braden, precisamente, estaba a cargo de convencerlo a Perón. La moneda de cambio era no entorpecer el camino hacia el poder del hombre que ya se vislumbraba como el candidato a presidente.
El 1 de junio de aquel 1945 se dieron un abrazo en la Casa Rosada. Pero el “Braden y Perón” no tardó en mutar en antinomia. Braden, con su estilo atropellado, fue directo con sus demandas. Reclamó los bienes, y, además, exigió que fueran enviados a EE.UU. los agentes alemanes que permanecían en el Argentina. Le marcó además a Perón que en el país había más de 1200 presos políticos y que en esas condiciones las relaciones amistosas no iban a poder sostenerse.
«¡Pe-ro-nistas!»: el acto que anticipó al 17 de octubre y un malambo radical para apoyar a Perón
La de Braden, como analiza Félix Luna, «era, desde luego, una ofensiva en serio«. El historiador afirma que «el objetivo óptimo era el derrocamiento del gobierno de facto mediante un golpe militar de corte democrático; el objetivo mínimo, la liquidación política de Perón y el mantenimiento tolerado de Farrell con una rápida convocatoria a elecciones; el objetivo intermedio —en mayo/junio del 45, al menos— consistía en la entrega del gobierno a la Corte Suprema de Justicia”. Un planteo que “llevaba como valor entendido una intensa acción revulsiva del embajador norteamericano«.
La influencia y el accionar de Spruille Braden se extendieron. Participó activamente en actos políticos de los grupos que opositores al gobierno que Perón integraba en su triple rol de vicepresidente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión. Sin embargo, el embajador duró unos cuatro meses con su cargo en la argentina «preperonista». En agosto, el Gobierno de Estados Unidos le ordenó regresar para tomar el cargo de asistente del Secretario de Estado para asuntos americanos. .
Se quedó con las ganas y lo blanqueó: “Que nadie imagine, pues, que mi traslado a Washington significará el abandono de la tarea que estoy empeñando”, dijo en su despedida, el 28 de agosto, en el Plaza Hotel, donde lo ovacionaron más de 600 personas.
El «Libro Azul» de Braden y la respuesta con los colores de la bandera: el «Libro Azul y Blanco»
Tal como había avisado, Braden la siguió desde afuera. Su gran carta la jugó el 12 de febrero de 1946, cuando en el Obelisco se proclamó la fórmula Juan Domingo Perón- Hortensio Quijano. Ese mismo día el Gobierno de los Estados Unidos entregó a la agencia de noticias United Press el texto completo del «Blue Book on Argentina«, el «Libro Azul«, para que su contenido se conociera en todo el mundo. El diario La Prensa le dedicó una fuerte cobertura al documento que se presentaba como una «consulta entre las repúblicas americanas sobre la situación argentina».
El libro tenía 130 páginas y en la portada informaba, sin rodeos, que se trataba de «la acusación oficial del Gobierno de Estados Unidos contra el régimen fascista en Argentina«. Obviamente, Spruille Braden estaba detrás de la publicación.
Perón respondió que las acusaciones de colaboración con los nazis correspondían en realidad al gobierno del conservador Ramón Castillo, que gobernó entre 1942 y 1943. Y dijo que el informe había sido redactado por Gustavo Durán Martínez, un militar, escritor y espía español que era secretario privado de Braden y tenía un pasado en el bando comunista durante la guerra civil en su país, además de vínculos con el PC argentino.
Ese contenido estaba incluido en el «Libro Azul y Blanco«, un documento firmado por Perón con respuestas de personalidades políticas y del ambiente económico argentino. Llegaron a circular más de 80 mil ejemplares.
«Braden o Perón»: el lema que definió una elección
La oposición tenía su slogan: «Por la libertad, contra el nazismo«. Perón introdujo el suyo en aquel acto en un día lluvioso junto al Obelisco. «Denuncio al pueblo de mi patria que el señor Braden es el inspirador, creador, organizador y jefe verdadero de la Unión Democrática«, lanzó. Y remató: “En consecuencia, sepan quienes voten el 24 por la fórmula del contubernio oligárquico-comunista, que con ese acto entregan, sencillamente, su voto al señor Braden. La disyuntiva, en esta hora trascendental, es ésta: O Braden, o Perón».
Era la frase ganadora. Con el exembajador en el centro de la escena, los candidatos de la Unión Democrática, José Tamborini y Enrique Mosca, habían quedado absolutamente a un costado. Las paredes fueron empapeladas con la frase que marcaba la gran disyuntiva.
¿Quén la inventó? Varias fuentes históricas apuntan a Blanca Luz Brum, una escritora y poetisa urguaya, que vivió en distintas partes del mundo y se enamoró del peronismo en ascenso. Pareja de celebridades como el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros y el periodista Natalio Botana, dicen que también fue amante de Perón, un dato nunca corroborado.
Perón ganó las elecciones en 1946 y perdida la batalla en Argentina, Braden siguió en lo de siempre. Empleado de la poderosa United Fruit Company, cuando los intereses de la empresa fueron afectados en Guatemala, operó a favor del golpe contra el presidente Jacobo Arbenz, en 1954. Su ultima guerra como lobista fue contra los tratados firmados por el presidente demócrata James Carter y su par panameño Omar Torrijos que restituyeron el control del canal al país centroamericano, a partir de 1999.
Spruille Braden murió en Los Ángeles, el 10 de enero de 1978, a los 83 años.
De «Braden o Perón a «Lamelas… o Argentina»
Los posteos en X con la comparación Braden-Lamelas fueron muchos. Además de Cristina Kirchner, dentro de la misma fuerza se anotó Germán Martínez, el jefe del bloque de Diputados de Unión por la Patria. Tuiteó “Braden o Perón” y linkeó el video del discurso del futuro embajador.
El abogado liberal Carlos Maslatón se preguntó si Lamelas “es el interventor de USA en Argentina” y si “se inspira retardadamente en el Spruille Braden de 1945″.
“Patria sí, colonia no. Ayer: Braden o Perón. Hoy: @CFKArgentina o @pldocmd “, posteó el consultor Artemio López, en su caso incorporando una foto de Cristina Kirchner en el balcón del departamento donde cumple su prisión domiciliaria.
El escritor Guillermo Martínez había advertido que al peronismo le había quedo «servido el revival». Y se preguntaba si se iban a animar. Tuvo rápido la respuesta.
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