El mundo del deporte, y en especial del boxeo, lamenta profundamente el fallecimiento de Locomotora Oliveras, ocurrido a los 47 años.
Ese sentimiento de tristeza trasciende cualquier tipo de rivalidad. La boxeadora, quien acumuló un historial de 33 triunfos (16 por nocaut), 2 empates y solo 3 derrotas (ninguna por KO), se transformó en una figura emblemática tanto en el ámbito internacional como en Argentina, donde abrió caminos junto a la Tigresa Acuña.
De hecho, ambas protagonizaron uno de los combates más emblemáticos en la historia del boxeo femenino el 4 de diciembre de 2008.
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Oliveras sufrió su primera caída profesional frente a Marcela Acuña, quien le quitó el título de la categoría supergallo en una decisión unánime, en el legendario estadio Luna Park. La púgil jujeña fue derribada en el quinto round tras recibir un golpe en la nuca que calificó como “fuera del reglamento” y, tras la pelea, acusó al jurado de haberle “robado” la victoria.
Esa rivalidad las distanció por un tiempo, pero con los años y la madurez, lograron acercarse nuevamente. En una reciente entrevista con TN, la Tigresa la recordó con afecto.
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“Estoy muy triste, hasta ayer estaba más que bien su evolución. Seguía todos los días sus partes médicos, hasta ayer estuve en contacto con el hermano. Y me encuentro con esto, algo terrible”, prologó sus sentimientos.
“Yo la recordaría con la energía que tenía para con todo. Iba siempre al frente, buscaba influenciar para que todos pudieran vivir de la mejor manera, que pudieran disfrutar de la vida, vivir el momento. Cuánta razón tenía. Nos deja vacíos. Vamos a extrañar muchísimo sus frases motivacionales”, continuó.
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Aquel enfrentamiento entre ambas sobre el ring fue un hito: “Esa pelea fue la primera y única unificación de título que hubo en nuestro país; ella campeona del Consejo Mundial y yo de la AMB. Hemos dejado gente afuera del Luna Park”. También abrió una grieta imaginaria entre los íconos.
“Lo que nos separó fue la adversidad y la polémica del boxeo femenino. Lo que nos unió fue el haber pasado los años, el haber madurado. Por suerte, no me quedó nada por decirle, le agradecí todo lo que había hecho por el boxeo. Gracias a Dios nosotras pudimos reconstruir nuestra relación, me hubiese sentido muy culpable si no lo hubiésemos logrado. El año pasado nos reencontramos en un evento de influencers y pudimos seguir siendo colegas, tal vez no amigas, pero sí colegas, para seguir fomentando este gran deporte que tanto amamos y que nos unió”, explicó cómo se dio la reconciliación y el impacto del paso del tiempo, que hizo su trabajo.
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“A sus hijos los había visto muy chiquitos, y cuando nos reencontramos ya estaban hechos hombres, igual que los míos. Cuando hablamos, en una nota, nos matamos de risa”, evocó.
“Siempre fue muy aguerrida, fue para adelante y muy bien puesto estaba su sobrenombre, ¿no? Lo que más recalcaba es el tema de las bolsas, eso no lo pudimos lograr. Sí logramos que no demonizaran al boxeo femenino, porque chicas de 16, 17, 18 años, que empezaron a boxear, no sufrieron discriminación porque nosotras la borramos. Fue gracias a nuestra perseverancia», puso en valor su legado.