La pelea entre Javier Milei y Victoria Villarruel ingresó en un camino sin retorno que amenaza tener un fuerte impacto político en el Senado, ya que puede derivar en cambios en autoridades que definen la agenda de la Cámara alta como así también en la relación con las fuerzas de la oposición denominadas dialoguistas.
Mientras la vicepresidenta trata de salir del shock que le significó el mensaje del Presidente confirmando que ella «no tiene ningún tipo de injerencia en la toma de decisiones» y la vinculó a la denominada «casta», en el Senado comenzaron a circular distintas especulaciones respecto de lo que vendrá en los próximos días..
Por ahora, lo concreto es que la estrategia, por momentos espasmódica, del Gobierno puede hundir a la administración libertaria en una crisis teniendo en cuenta que en la agenda del Senado está pendiente desde la nominación de los jueces para la Corte Suprema, la continuidad del DNU 846 que lo habilita al ministro de Economía, Luis Caputo, a reestructurar la deuda sin pasar por el Congreso, como también el presupuesto si avanza en Diputados.
En principio, el oficialismo y sus aliados tenían previsto convocar a una sesión, la última del período ordinario, para el próximo jueves, un día después de la reunión informativa con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, para tratar ley antimafia, pliegos militares, diplomáticos y otros temas con despacho de comisión. Pero la sesión quedó en duda porque no descartan que el kirchnerismo quiera aprovechar el momento político para colocar la derogación del decreto 846, que la oposición tratará de voltear en Diputados el próximo martes.
Más allá de este punto coyuntural, otro de los temas que queda en el medio de la pelea es la designación de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla para la Corte Suprema de Justicia, quienes ya pasaron por el Senado para defender sus nominaciones pero los pliegos aún no tienen dictamen de la comisión de Acuerdos porque no hubo avance en la negociación con el kirchnerismo. Sin los votos del bloque que comanda José Mayans le será difícil al Gobierno conseguir los dos tercios para consagrar a los nominados.
Milei planteó la posibilidad de que las designaciones salgan por decreto, pero los aliados más firmes del Gobierno ya anticiparon en el Congreso que eso será «irregular» aún si es firmado tras finalizar el período ordinario de sesiones. Entonces se abre ahí otro frente de tormenta, ya con los mismos bloques dialoguistas, entre los que crece cada día más el malestar con el destrato que reciben del Presidente.
A esto se agrega que la cámara tiene pendiente de aprobación pliegos de judiciales, diplomáticos y de las Fuerzas Armadas. Entre estos últimos están los ascensos de Carlos Alberto Presti, jefe del Estado Mayor General del Ejército; y Carlos María Allievi, jefe de la Armada. Pero también está pendiente la autorización para la salida e ingreso de tropas para ejercicios militares.
«La interna del oficialismo complica el frente legislativo, pero el Gobierno está decidido a meterle para adelante sin leyes, con decretos. Ahora se agregó que los gobernadores también están molestos porque el Gobierno retiró la voluntad de negociar el presupuesto», describió un senador aliado.
Con el armado de Villarruel, el oficialismo consiguió el apoyo del PRO, la UCR, los peronistas de Unidad Federal, Cambio Federal y espacios provinciales. Esa mayoría que se formó en diciembre del año pasado le permitió al Gobierno desplazar al kirchnerismo de los cargos clave del Senado como las secretarías Parlamentaria y Administrativa.
Justamente, en el Senado confirmaron que hay posibilidades de que haya cambios en las autoridades de la Cámara y no descartan cualquier maniobra. Uno de los focos está centrado en la presidencia provisional del Senado, que está en manos de Bartolomé Abdala, quien quedó en la cuerda floja luego de intentar justificar su nómina de asesores diciendo que trabaja para ser candidato a gobernador en San Luis. Distintas fuentes aclararon que esto recién quedará resuelto en marzo.
Pero la interna del oficialismo generó «un terreno fértil» para golpear a la vicepresidenta porque desde su conducción en la Cámara se impulsaron medidas que «afectaron los intereses de los senadores», como la reducción de la planta del personal, lo que generó roces con los legisladores
«Si Villarruel queda en debilidad puede pasar cualquier cosa» avisó un legislador de la oposición dialoguista quien no dudó en afirmar que la declaración del Presidente marca «un error político innecesario del Gobierno», pero aclaró que «será mayor si la vice marca una agenda confrontativa» con la Casa Rosada.
Los dialoguistas dejaron en claro que no se meterán en la interna del Gobierno, pero avisaron que es la vicepresidenta la que convoca o deja de convocar las sesiones en el Senado.
La vicepresidenta estaba reunida con su equipo analizando la respuesta que dará a la declaración de Milei. Por lo pronto, fuentes legislativas, rechazaron que Villarruel haya dejado de ir a las reuniones de gabinete como dijo el Presidente, y señalaron que «faltó como cualquier ministro por la dinámica de la gestión».