A los 95 años, la reconocida abogada feminista Nelly “Pila” Minyersky fue homenajeada en la Facultad de Derecho de la UBA por su extensa trayectoria en favor de los derechos de las mujeres y las infancias. “Quieren hacernos desaparecer a nosotros, a la cultura, a la universidad, a la Patria. El nazismo hizo lo mismo”, dijo Minyersky, en alusión a las políticas del Gobierno. “Debemos persistir. De nuestro lado está la belleza de la vida y la justicia social”, arengó, emocionada y con su voz suave, ante más de un centenar de personas apiñadas en el Salón Verde, adonde a último momento –y llamativamente–, las autoridades de la casa de altos estudios mudaron la celebración, que estaba convocada en otro de los salones, el Rojo, bastante más espacioso: allí, en el mismo horario, se realizó la presentación de un libro de un jurista, varón, con mucho menos público –y un dato no menor– mayoritariamente masculino.
El homenaje a Minyersky fue organizado por la Asociación Americana de Juristas y contó con la presencia de su presidenta, Claudia Rocca; la defensora nacional de Niñas, Niños y Adolescentes, Marisa Graham; la jueza del Tribunal Supremo de Justicia de CABA, Alicia Ruiz; la defensora general de la Nación, Stella Maris Martínez; la presidenta de la Comisión de la Mujer de la Asociación de Abogados y Abogadas de Buenos Aires Sandra González y Alberto Kornblithtt, biólogo molecular e investigador.
“Estamos reunidos en esta casa de estudios para reconocer la trayectoria de Nelly Minsyerky y su incansable lucha por la justicia, la igualdad, la libertad, los derechos humanos y su búsqueda inclaudicable por la justicia social”, destacó Graham, amiga desde hace muchos años de la homenajeada.
Minyersky es experta en Derecho de Familia. Pero sobre todo es una todo terreno: milita en la calle, en ámbitos legislativos y en organizaciones de abogadxs, además sigue al frente de su estudio y dirige el posgrado interdisciplinario de Políticas Sociales Infantojuveniles en la Facultad de Derecho de la UBA. Desde 2017 es también presidenta del Parlamento de las Mujeres de la Legislatura porteña.
Maestra de maestras, sigue dando conferencias y participando de paneles en ámbitos académicos. Hace dos semanas viajó a Victoria, Entre Ríos, para capacitar a jueces y juezas.
La habilidad de Minyersky de dejar enseñanzas en situaciones simples, su empatía, sencillez, sabiduría y humildad, fueron algunos de los valores mencionados por las oradoras. También su lado más divertido, su gusto por el goce y la celebración con amistades. Se destacó su participación, con valiosos aportes, en las discusiones de cada una de las legislaciones que desde la recuperación de la democracia significaron avances en derechos para mujeres y niñeces. “Recuerdo cuando nos pedía que la ayudáramos a ensayar para participar en paneles con todos machos donde iban a discutir la Ley de Divorcio”, contó Elsa Schvartzman, docente de la UBA e integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito. Minyersky fue redactora del proyecto de la Campaña y del nuevo Código Civil y Comercial que entró en vigencia en 2015. Actualmente, está trabajando en el ámbito de la provincia de Buenos Aires para fundamentar el “derecho alimentario” como una forma de violencia económica hacia las madres y una violación de los derechos humanos de niñas y niños, cuyos progenitores no cumplen con la cuota alimentaria, para que deje de pensarse como “una pelea entre adultos”.
El homenaje estaba convocado a las 17. Mucha gente se quedó afuera del Salón Verde. En las primeras filas estuvieron sus familiares –su hija, nietos–, la jueza de la Suprema Corte Bonaerense Hilda Kogan, la historiadora feminista Dora Barrancos, históricas militantes de la Campaña por el Derecho al Aborto como la psicoanalista Martha Rosenberg y la abogada Nina Brugo, la exdiputada y actual jefa de Asesores del gobernador bonaerense, Cristina Alvarez Rodríguez, entre otras invitadas. Estuvieron también la abogada Marisa Herrera y la dirigente política Malena Galmarini. “Acá están las pibas para hacer la revolución”, le cantaron al final, un grupo de veinteañeras, con pañuelos verdes.
La ministra de Mujeres y Diversidades de la provincia de Buenos Aires, Estela Díaz, la exdecana de la Facultad de Derecho de la UBA, Mónica Pinto y la abogada feminista de Mujeres x Mujeres, de Tucumán, Soledad Deza, le enviaron mensajes en videos.
Minyersky se hizo famosa entre las más jóvenes cuando, en 2018, en la vigilia del histórico día en que la Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto de ley de legalización del aborto, en la mañana del 14 de junio, ella saltó de alegría y emoción entre esa multitud que festejaba. Desde entonces, le da pudor que la reconozcan por la calle y le pidan una selfie.
A lo largo de su vida batalló por acceder a lugares de poder históricamente ocupados por varones. Y fue abriendo camino a otras. Fue la primera mujer que presidió la Asociación de Abogados de Buenos Aires. “Siempre los cargos importantes que tuve me los dieron, creo, a pesar de ser mujer. Lo que me di cuenta es que les molestaba mucho que como mujer pudiera ser presidenta de una institución como la AABA, y al mismo tiempo seguir con la academia, el estudio jurídico y tener militancia gremial. A los hombres les cuesta desdoblarse así, como estamos acostumbradas las mujeres”, dijo en una entrevista con este diario. Sigue trabajando en las comisiones de la Mujer de la AABA, que sumó a su nombre a las “Abogadas”.
En 2019, después de diez años de lucha, Minsyerky junto a otras colegas lograron la reforma del estatuto de la Federación Argentina de Colegios de Abogados (FACA) para que se incorpore la paridad de género en los órganos de conducción.
Se casó muy joven, a los 18 años. Su primer hijo nació cuando ella tenía 19, y con 20 años, tuvo a su segunda hija. Su marido era ingeniero, 16 años mayor que ella. “Para mí era una gran frustración no estudiar. Así que a los 27 años, ya casada y siendo madre de dos hijos pequeños, decidí que iba a ser abogada. Empecé la carrera de Derecho en 1957. Mi pensamiento era que tenía que elegir una carrera que me permitiera cuidar a mis hijos. Y eso que tenía un marido colaborador. Pero en aquel momento a las mujeres no se nos ocurría compartir las tareas de cuidado. La crianza solo estaba en la cabeza de la madre. Me gustaba también Biología, pero pensaba que me iba a insumir más dedicación, por trabajos prácticos y esas cuestiones, y me iba a quitar tiempo para estar con mis hijos. Hay conductas que una asumía sin darse cuenta”, contó en una entrevista con Página 12.
Se separó y algunos años después se puso en pareja con Alberto Pedroncini, un incansable luchador por los derechos humanos. Estuvieron juntos desde 1975 hasta el 2017, cuando falleció a los 94 años.
“Frente a las desgracias, elegí sobrevivir y luchar. Ese fue el gran ejemplo que nos dejaron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y las Madres del Dolor. La posibilidad de transformar el dolor individual en un abrazo solidario”, dijo en el homenaje.