El sueño del auto propio se transformó en una pesadilla para un vecino de Viedma, que se adhirió a un plan de ahorro para comprar una Renault Duster y terminó siendo víctima de una estafa. Durante un año y medio pagó cuotas a una cuenta equivocada, sin recibir ningún contrato ni garantía.
Todo comenzó con un llamado de un vendedor de la concesionaria Baires Rivadavia, quien le ofreció un plan en 84 cuotas. El hombre aceptó, pagó el primer monto y esperó la documentación, pero nunca llegó. Pasaron dos meses y las dudas crecieron, hasta que la agencia le pasó un CBU para seguir pagando, asegurándole que todo estaba en orden.
Un error que escondía una estafa
Meses después, notó que la cuota era más baja de lo esperado. Al consultar, le dijeron que estaba suscripto a un plan para un vehículo más pequeño. Para corregirlo, debía esperar cuatro meses y abonar «gastos administrativos» extra. Nada cambió.
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Finalmente, dejó de recibir respuestas. Desesperado, hizo una denuncia penal y un reclamo en Defensa del Consumidor, pero la concesionaria no ofreció soluciones. Solo entonces descubrió la verdad: el dinero de las cuotas había ido a la cuenta personal de un empleado y nunca se destinó al plan de ahorro.
¿Quiénes fueron los responsables?
La demanda llegó al fuero civil en Viedma, donde la empresa Plan Rombo negó haber recibido el dinero y desconoció el número de cuenta usado en los depósitos. Por su parte, la concesionaria nunca se presentó en el expediente, por lo que fue declarada en rebeldía.
El juez concluyó que el cliente creyó legítimamente que abonaba su plan, pero que los depósitos no tenían efecto cancelatorio, ya que iban a parar a la cuenta del vendedor y no al sistema oficial.
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Por ello, tanto la concesionaria como la fábrica fueron condenadas a indemnizarlo con $1.500.000 por daño moral y a devolverle, con actualización, todo el dinero pagado en cuotas y «gastos administrativos».