La exboxeadora Alejandra “Locomotora” Oliveras, reconocida en el mundo del deporte, continúa internada en el Hospital José María Cullen de Santa Fe tras haber sufrido un accidente cerebrovascular (ACV) de tipo isquémico el pasado lunes. Si bien su condición sigue siendo delicada, el parte médico más reciente, emitido este sábado, señala que se encuentra clínicamente estable, aunque su pronóstico sigue siendo reservado.
Oliveras, de 47 años, fue llevada al hospital luego de presentar un cuadro de confusión y parálisis en el lado izquierdo de su cuerpo, lo que llevó a una rápida intervención médica. De acuerdo con los profesionales del centro de salud, una tomografía reveló la presencia de una arteria cerebral obstruida, lo que causó el ACV isquémico.
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Debido al empeoramiento de su estado, los médicos decidieron realizarle una cirugía el miércoles. Se trató de una craniectomía descompresiva, una intervención destinada a reducir la presión dentro del cráneo y evitar mayores daños cerebrales.
Desde entonces, la exdeportista permanece sedada, conectada a un respirador y bajo vigilancia neurológica permanente.
Habló el médico que operó a Locomotora Oliveras: el postoperatorio y la evolución del cuadro
“El procedimiento no es para tratar el ACV en sí, sino que es una maniobra de salvataje ante la evolución desfavorable del cuadro”, precisó el cirujano. Oliveras había mostrado signos de mejoría, pero su estado general se agravó debido a una inflamación cerebral generada por la falta de oxígeno en una zona del cerebro.
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Ante ese cuadro, el equipo médico del Cullen decidió intervenir para aliviar la presión intracraneal. Según Del Sastre, el objetivo fue dar al cerebro el espacio necesario para estabilizarse. “Se trata de evitar que esa presión siga comprometiendo áreas sensibles. No es una cura del ACV, es un intento por frenar un desenlace peor”, subrayó.
El médico que operó a Locomotora Oliveras tras un ACV explicó en AIRE cómo fue la cirugía de urgencia y cuáles son los pasos clave en su recuperación.
Las claves del postoperatorio de Locomotora Oliveras y el monitoreo continuo
Las primeras 72 horas posteriores a la intervención son fundamentales. “El cerebro ya estaba lesionado y ahora sufre una segunda injuria, por eso cada signo es clave”, indicó el profesional. Oliveras permanece sedada y conectada a asistencia respiratoria mecánica, en un coma barbitúrico farmacológico que permite mantener al cerebro en reposo.
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El equipo la monitorea de forma permanente mediante estudios como la compupilometría —que evalúa la respuesta de las pupilas— y ecografías doppler transcraneales, que muestran el flujo sanguíneo cerebral.
Si estos parámetros se mantienen estables, en los próximos días podrían reducir la sedación y realizar las primeras pruebas de respuesta neurológica. Sin embargo, Del Sastre fue cauto sobre el pronóstico: “Hay un infarto cerebral de gran tamaño. Recién después de 72 horas se puede tener una idea más concreta sobre la evolución”.
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La intervención, según el médico, buscó evitar un daño irreversible: “Esto no significa que se haya curado, sino que fue una respuesta a una complicación secundaria que puede ser fatal si no se actúa a tiempo”.