martes, 29 julio, 2025
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Alejandra «Locomotora» Oliveras: el Legado de una Campeona y una luchadora incansable

Gustavo Zamudio ya se encuentra fuera los ringside y las crónicas periodística pero fue quien conoció y entrevistó en numerosas ocasiones a Alejandra Olivares. La describe como una «chica, una luchadora, una buena mina, una mina piola, luchadora». Su partida, tras un ACV isquémico, deja un vacío, especialmente al ocurrir «en el momento en que parecía remontar vuelo nuevamente después de su brillante carrera boxística».

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Nacida en El Carmen, Jujuy, una localidad muy pequeña, Alejandra se crio en Alejandro Roca, Río Cuarto. Sus inicios boxísticos fueron en Adelia María, con Carlos San Miguel, un apellido histórico del boxeo regional. Zamudio recuerda haberla cubierto desde sus primeras peleas, incluso asistiendo a su cuarta pelea en el Anfiteatro del Parque en Río Cuarto, donde la vio ganar rápidamente por knockout contra María Potenza, una de las «probadoras» del boxeo femenino en Argentina.

Lo que hacía única a Oliveras era su «potencia noqueadora», algo poco común en el boxeo femenino. Su apodo, «La Locomotora», le sentaba a la perfección, ya que «nunca tan bien puesto locomotora porque ella fue una locomotora dentro del ring y fuera del ring, hablando, haciendo declaraciones, peleando en la vida o o en el boxeo». Desde el primer momento, Zamudio percibió que «esta es buena».

Los logros históricos de «Locomotora»

Alejandra Oliveras dejó una huella imborrable en la historia del deporte. Se la reconoce como seis veces campeona del mundo. Además, fue la primera mujer boxeadora que entró en el libro Guinness por haber sido campeona mundial en cuatro categorías diferentes (o seis divisiones de peso, según la fuente).

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Entre sus victorias más resonantes, Zamudio destaca con particular énfasis su pelea número ocho contra la mexicana Jackie Nava en Tijuana por el título Supergallo del Consejo Mundial de Boxeo (WBC), una de las entidades más prestigiosas. Oliveras, con solo siete peleas, «destrozó» a la «reina del boxeo femenino mexicano», tirándola tres veces y ganando por knockout. Gustavo considera que esta victoria, que fue por un «cross increíble», es para el boxeo femenino argentino lo que la victoria de Ringo Bonavena sobre Gregorio Peralta fue para el masculino: «el resultado más resonante que una mujer boxeadora haya conseguido siendo argentina». La revancha con Nava, meses después en Córdoba, terminó en empate, y «Locomotora» retuvo el título.

Oliveras también escribió historia al protagonizar una pelea resonante en el Luna Park, junto a «La Tigresa» Acuña, en un evento que llenó el estadio y demostró el crecimiento del boxeo femenino. Este hito es aún más significativo considerando que el boxeo femenino profesional en Argentina solo fue legalizado en el año 2001. Oliveras fue una de las primeras grandes figuras, junto a «La Tigresa» Acuña, considerada la «madre del boxeo argentino».

Una mujer auténtica

Más allá de sus logros deportivos, Alejandra Oliveras era conocida por su autenticidad. Según Zamudio, en el trato personal, era «igual, igual igual… muy muy natural, muy muy ella». No era un personaje que cambiaba con las cámaras; su «frescura» era constante.

A pesar de una vida «muy dura», siendo «víctima de violencia de género» y «muy muy muy golpeada por la vida», Oliveras siempre «se superó, se recuperó, era una valiente, reitero, adentro del ring y fuera del ring». Le gustaba «llamar la atención», «montar realmente» un «show», pero siempre con «buena onda».

Gustavo Zamudio subraya que, aunque era un «personaje colorido», esto no debe desviar la atención de su inmenso talento: «Esta chica realmente fue una gran boxeadora, una gran campeona, una mujer una deportista de de nivel».

Su fallecimiento a los 47 años deja un sabor amargo por el futuro que «tenía mucho por dar», pero su legado de valentía, autenticidad y logros deportivos perdurará como inspiración en el boxeo argentino y más allá.

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