lunes, 22 septiembre, 2025
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Diego Guelar: «La conducción del PRO debería dar un paso al costado»

El diplomático y candidato a senador porteño por la Unión del Centro Democrático (UCD), Diego Guelar, aseguró que “la conducción del PRO debería dar un paso al costado”, según sus declaraciones en el programa Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190). Señaló que la dirigencia debe revisar sus decisiones, corregir errores y reconstruir la fuerza política que en su momento lideró Juntos por el Cambio, para recuperar credibilidad y presencia electoral.

El diplomático, abogado y político argentino Diego Guelar es director de la Cámara Argentino-China de Comercio y profesor de Sistemas Políticos Comparados en la US. Su carrera lo llevó a ocupar la embajada en la República Popular China entre 2015 y 2019 y hoy en día busca una banca en el Senado por la Ciudad de Buenos Aires como candidato de la Unión del Centro Democrático (UCD). Además, ejerció funciones diplomáticas en Estados Unidos y en la Unión Europea.

¿Atribuir que el cambio de agenda del presidente, al atrasar un día su viaje, puede tener algo que ver con evitar la reunión de las Naciones Unidas para reconocer a Palestina como un país?

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Es probable. No lo sé, porque no participo en la organización de este viaje y no sé a qué responde. Tal vez sea para no estar presente en ese momento.

¿Cómo pensás que se resolverá la cuestión de Palestina, donde Argentina queda casi aislada junto con Estados Unidos e Israel?

La gran mayoría de los países va a acompañar esta decisión simbólica, porque hoy Palestina no existe como Estado. Pero recordá que hace 15 años Argentina ya dio ese paso. El presidente Milei lo ignora, aunque desde entonces el representante de la Autoridad Nacional Palestina en Buenos Aires tiene el mismo estatus que los embajadores de Estados Unidos o Israel. En ese plano hablamos de una Argentina permanente, no coyuntural. Se deja de lado una definición respaldada por la inmensa mayoría de la sociedad, incluida la comunidad judía argentina, a la que yo pertenezco.

Todos los medios estamos hablando de un eventual crédito del Tesoro de Estados Unidos, como en su momento ocurrió con México e incluso con Uruguay por un monto menor. Un exsubsecretario del Tesoro señaló recientemente que las cifras mencionadas en la Argentina son desproporcionadas, ya que el Fondo de Estabilidad Económica de Estados Unidos, destinado a todos los países, cuenta solo con 22 mil millones de dólares. ¿Cuál es tu visión respecto a si puede haber un crédito y cuál sería el monto máximo para la Argentina?

A mí me sorprende que la Cancillería o Luis Caputo, con la experiencia acumulada en el país, hayan permitido hacer pública esta gestión. Le deseo la mejor de las suertes al presidente y al ministro en este intento, pero las condiciones del “efecto tequila” en 1995 y el respaldo de Clinton a México en ese momento están muy lejos de la situación argentina.

En 2002, Uruguay recibió 1.500 millones de dólares como puente hasta que se liberara un crédito. Fue un gesto clave en medio del impacto de la crisis argentina de 2001, que golpeó de lleno a Montevideo. ¿Hoy existen esas condiciones para la Argentina? Yo lo veo muy difícil. Insisto: sería extraordinario que ocurriera. Estados Unidos ya jugó a favor de nuestro país en el Fondo Monetario Internacional (FMI), por eso conseguimos un crédito de 20 mil millones; incluso seguimos recibiendo respaldo pese a que estamos incumpliendo el acuerdo. Así bien, el apoyo de Washington hacia la Argentina está claro, no necesita demostrarse con un nuevo préstamo, y no otorgar este crédito no significaría falta de respaldo. En las próximas 48 horas seguramente tendremos definiciones sobre el tema.

Con toda tu experiencia, ¿cómo ves la situación política, económica y social?

Todo se define en estos 45 días hasta la elección del 26 de octubre. El presidente pidió en campaña dos años de paciencia, y fue el primer dirigente que ganó una elección anunciando un ajuste, y lo sostuvo: dijo que duraría 24 meses. En estos 20 meses reiteró que el ajuste fue el más grande de la historia, con una reducción del 30% del gasto público, un avance fuerte en la baja de la inflación, pero ese impulso empezó a agotarse. Hoy tenemos 1.500 puntos de riesgo país, suba del dólar y un freno en la economía real, que había mostrado señales de repunte en el segundo trimestre.

Esto no responde solo a cuestiones económicas, sino a fallas políticas. El gobierno debe revisar su estrategia. La etapa de la Argentina “violeta”, unilateral y caprichosa, está terminada. Antes del próximo 26 de octubre, el presidente necesita reconstruir una mayoría de gobernabilidad y abrir el diálogo incluso con la oposición más dura.

La unidad nacional es condición indispensable para la credibilidad. Nadie confía en una mitad del país, sea de izquierda o de derecha. Media Argentina no es Argentina: es el fracaso repetido. Si volvemos a dividirnos, por más soluciones técnicas que existan, el resultado será un nuevo fracaso político.

Alguna vez señalaste que querías representar al verdadero partido amarillo, el que no se unió a La Libertad Avanza. En la provincia vimos que la suma de La Libertad Avanza (LLA) y Propuesta Republicana (PRO) terminó dando lo mismo que el segundo por sí solo. ¿Pensás que puede pasar algo similar en la Ciudad, y que esa combinación logre los mismos votos que solían tener separados? ¿Creés que expresiones como la tuya y de otros exintegrantes de Juntos por el Cambio puedan captar a quienes no se sienten representados por la alianza?

La elección en la provincia demostró el fracaso de la idea de fusión, de la desaparición del PRO pintándose de violeta. Esa estrategia ya fue un error y volverá a serlo. El mayor aporte al no voto en Buenos Aires vino de los antiguos votantes.

Hace dos años, la suma de La Libertad Avanza (LLA) y Propuesta Republicana (PRO) daba dos millones de votos más de lo que obtuvo ahora el primero en soledad. Eso significa que los ausentes no son marginados ni escépticos de la política: son, sobre todo, votantes del amarillo que no quisieron acompañar al violeta. La realidad demostró que lo grave no fue mi crítica, sino la decisión equivocada de Mauricio Macri y de quienes lo avalaron. En la última sesión del Congreso vimos a algunos intentar despegarse tarde, después de haber convalidado esas malas decisiones. Ahora se muestran como rebeldes o críticos, pero cuando tuvieron que marcar diferencias no lo hicieron.

En la provincia no hubo opciones de la fuerza de Mauricio Macri ni de anteriores funcionarios de Juntos por el Cambio, algo que sí existe en la Ciudad. ¿Creés que, a diferencia de Buenos Aires, en la Capital esos votantes puedan expresarse apoyando a quienes representan el espíritu original de Juntos por el Cambio?

Ojalá sea así. Durante meses fui precandidato proponiendo una interna abierta, recuperando la identidad del PRO y convocando a los aliados. Lo planteé a Mauricio Macri, a Jorge Macri y a las autoridades partidarias. No hubo respuesta. La parálisis fue total. Por eso mi precandidatura terminó transformándose en la candidatura por la Unión del Centro Democrático (UCD), partido aliado de la visión que tuvo Juntos por el Cambio.

Estoy convencido de que represento esas banderas. Después de 20 años de militancia en el partido amarillo, hice todo lo posible por impulsar esa recuperación. No me siento responsable de las malas decisiones que se tomaron. Creo que su conducción, tanto en la Ciudad como a nivel nacional, debería dar un paso al costado. Cuando una dirigencia fracasa, tiene que renunciar. Y tras la elección habrá que recomponer este enorme espacio de Juntos por el Cambio.

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Recordemos que en octubre de 2023, la fuerza de Juntos por el Cambio, bajo liderazgo del PRO, ganó 10 gobernaciones y 500 intendencias. ¿Dónde quedó esa fuerza política? Hoy está debilitada por errores de conducción y un seguidismo ciego que destruyó al espacio. Sin embargo, no tengo dudas de que sigue vivo y puede ser reconstruido.

mv/ff

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